Los “Yasos” barquisimetanos cumplen diez años dibujando sonrisas desde el
corazón
Andan siempre con
un juguete en la mano, sus vestidos son coloridos y divertidos de la cabeza a
los pies, sus batas blancas decoradas al mejor estilo de un Payaso de Hospital
y su nariz, que es la verdadera conexión con su corazón, es ese elemento que los
lleva en regresión a su niñez, esa que prevalece en cada visita a un centro de
salud, bien sea público o privado, les da esa característica distintiva que
tiene todo aquel que pertenece a Dr. Yaso.
Las experiencias
durante estos diez años, a los cuales arriba esa Asociación Civil, este 18 de
junio en Barquisimeto , han sido infinitas, cada uno las siente y las vive a su
manera. De éstas, por ejemplo “Pocha”, quien tiene 6 años en la organización,
recuerda una vez en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central
Antonio María Pineda, que la hicieron pasar y al fondo estaba una cunita con un
bebé, quien minutos después de ella acercarse la máquina a la cual estaba
conectado, empieza a dar señales que el niño estaba dejando de respirar, “yo no
encontraba que hacer y como siempre cargo un instrumento, porque lo mío es la
música, me quedé allí cerca y empecé a tocar la armónica, (que carga siempre
guindada en su cuello), minutos después la señal de la máquina empezó a
cambiar, indicando que estaba volviendo y así fue… sus padres y familiares me
abrazaban y me agradecían por ello, yo sólo sonreía”.
Y es que de eso
se trata ser “Yaso”, poder sacar por un momento a quienes están en un hospital
padeciendo enfermedades, viviendo el drama de la falta de medicinas y tratando
de hacer lo posible por sobrevivir, de esa situación penosa y difícil.
“Desdramatizar”, como le llama “Mayita”, otra de las más viejitas, ella también
suma 6 años desbordando sonrisas en un área hospitalaria.
Ni con ellas, ni
con ninguno fue fácil hablar como adultos, porque es que cuando llevan puesta la
nariz, son payasos y los juegos son el lugar común en cualquier conversación.
Nos encontramos en una sesión de fotos y fue tan divertido todo: juegan entre
ellos, involucran a quienes están a su alrededor, nadie pasa desapercibido, ese
día jugaron hasta con los señores encargados de la limpieza en el monumento al
Manto de María.
Al principio sólo
los observaba y reía a carcajadas con todas sus juguetonas ocurrencias, así fui
descubriendo la manera de conversarles, luego de casi dos horas, caminé hacia
donde estaba “Mayita”, yo sonreí al hacerle una pregunta y ella me dijo: - espera
que me quite la nariz para poder hablar como adulta, porque mientras la
tengamos puesta somos unos niños, sólo jugamos y reímos, claro siempre de
manera respetuosa… entonces hizo lo propio, así pude enterarme de más.
Cuenta que
pertenecer a la gran familia Dr. Yaso, es una manera de servir, “yo me alimento
siempre de cada sonrisa que me regalan, es lo que me mantiene asistiendo a cada
visita, hacerlas me reconforta me conecta con el niño y me desconecta del mundo
real. Este es un servicio que se hace desde el laboratorio del alma. Yo fui una
niña muy tímida, sin embargo aquí no lo
soy”.
Agrega con
sonrisa orgullosa que ser payaso de hospital es un acompañante con quien los
pacientes pueden compartir juegos o simplemente alguna historia de su vida o
más bien aquello que tienen enraizado en lo más profundo de su ser y que no se
lo habían contado a muchos. “Siempre somos respetuosos de quienes están en la
sala en la cual entramos. Persona que no quiera jugar ni reír, no la obligamos,
hacemos un intento si nos piden que nos retiremos así lo hacemos y seguimos con
quienes nos abran su corazón con la sonrisa. No actuamos con lástima, mas bien somos como niños repetuosos
y alertas de cuanto pueda pasar en el lugar”.
La construcción de un payaso
Por supuesto que
cada integrante de Dr. Yaso, tiene su nombre y su apellido, como cada ser de
esta tierra, ese que al entrar a esa organización deben sustituir por alguno
fácil, sonoro, divertido y acorde a la personalidad con la cual se conecte cada
uno, de allí que cada quien debe ir construyendo, de acuerdo a su sentir, a ese
Payaso de Hospital que dará vida en cada visita a un centro hospitalario de
Barquisimeto. Donde no conseguiremos por ejemplo a Yenny Brito, si no a
“Clodomirita”; a Yerbis Escalona si no a Yerbita; ni a María Karolina Jiménez
si no a MaraKita, ni a Frank Castillo si no a Chico; ni a Hedilmer Orellana si
no a Sirigûela y así a Mayita, Ososo y Ososa, Girasol, Rayo Veloz, Yoyito,
Ruseñor, Toto, Pan, Tati, Chaparrón, Suavita, Catira, Frida, Anakaoina, quienes
de la mano de tantos otros se encargan de llevar alegrías a pacientes
hospitalizados.
Por supuesto cada
vestimenta es diferente, cada uno le pone su toque especialísimo, en estas hay
cuadros, flores, animales, bragas, tutús, colores, muchos colores y unos "zapatotes". Por supuesto
en la bata también va personalizada, cada quien la decora a su mejor estilo:
animalitos, figuras geométricas, corazones, cuadros, botones, colores, ese que
se parece al nombre que escogió para dar una Sonrisa Sanadora, tal como lo dice
el nombre de la Asociación Civil que los representa en Lara.
A unos se les
hace más sencillo que a otros darle vida a su payaso, por ejemplo “Pocha” duró
tres años en buscar el perfecto que la identificara, “duré los primeros tres
años como flotando, descubriendo lo que quería, mientras en cada visita me
ponía un nombre diferente. Fue cuando iba en un ruta 13, llevaba un tamborcito en la mano y empecé a
buscar sonidos musicales que me parecieran sonoros para mi nombre, así apareció
“Pocha” que lo adopté hace tres años”.
En cambio para
“Clodomirita”, esto de dar personalidad a su personaje fue tarea fácil, de
pequeña su primos y familiares en general, así le llamaban desde pequeña, por
lo que cuando les consultó, hace nueve años, que necesitaría un nombre para dar
vida a su payaso de hospital todos dijeron al unísono ese que hoy la identifica
y la identificiará hasta que se mantenga en la fundación.
De familia “Yaso”
Ella, en la vida
real es Yenny Brito, coordinadora de Dr. Yaso en la región, una mujer con una
alta espiritualidad, quien ve en cada sonrisa el amor de Dios. Ya sin la nariz
roja puesta, cuenta que esta es una gran responsabilidad, un trabajo arduo pero
que la engrandece y la mantiene agradecida. “De nueve camas que atendía al
principio, me llenaba el alma, ahora que son cien siento un agradecimiento
inmenso, porque estamos cumpliendo con nuestro objetivo: que nos quede ningún
centro de salud sin atender”.
Su esposo y sus
dos hijos la acompañan en esta tarea, que la hizo dejar de trabajar lo viernes,
“son los días que más disfruto las visitas”.
Sus dos hijos
también están unidos a la familia Dr. Yaso, desde hace cuatro años decidieron
formarse y continúan llenando de sonrisas cada espacio hospitalario al que
acuden.
@gabytarod
Fotos. Vladimir Ugel. IG.
@vladimir.ugel
Publicar un comentario El Periódico de Lara Facebook